Esto no puede ser. No puede volver a ocurrir. Desde
el 2 de Junio que no cuelgo nada. Que si el verano, que si el otoño,
que cuanto más lo dejas más cuesta luego volver… el caso es que se me
han acumulado unos cuantos proyectos. Me gustaría
volver a coger el hábito de escribir regularmente, valga la
redundancia, pero me he vuelto vaga. Casi no abro el ordenador, todo lo
resuelvo con el móvil en la mayoría de los casos o, a lo sumo, con la
tableta. Y en esos dispositivos no se puede escribir,
la verdad. Y además tampoco estoy al día de los blogs que he seguido
durante años. Me he pasado a la inmediatez de Instagram y últimamente,
ni eso. Se me pasan los días sin poder echar un vistazo a los feeds,
pero no me preocupa, menos con la amenaza de la
liberalización de Internet que ya ha despegado en Estados Unidos.
En todo este tiempo han pasado muchas cosas: además
de la alegría de la cotidianeidad, que no apreciamos en su real valor,
he hecho un viajecito pequeño pero encantador y uno grande mayestático,
por mucho tiempo esperado y deseado. Las experiencias
de éste último las atesoro como uno de los botines más importantes de
mi vida. También ha habido momentos terribles, muy difíciles, que espero
no vuelvan a repetirse. Aunque las cicatrices quedan y nunca se van a
ir. Yo soy la primera interesada en no olvidar.
Y mucho menos, en perdonar.
Si no me he descontado, tengo trece proyectos para enseñar. Trece. TRECE. Madre mía. Vamos a la enumeración y descripción:
Desde hacía mucho tiempo tenía ganas de tejer este
chal porque siempre me ha parecido muy original y muy bonito. Me tenía
el corazón robado. Pero cuando hice el mío, no me gustó nada. Tanto que
no lo he estrenado todavía.
Detalles, aquí.
Hace muuucho tiempo me hice una falda con una tela muy bonita pero que no me iba bien, así que decidí arreglarla.
También me hice esta otra falda muy sencilla y muy playera.
Este cuello lo hice para una compañera/amiga por su
cumpleaños, que fue en octubre; el caso es que de la noche a la mañana
tuvo cambios en su vida y no se lo pude dar hasta casi Navidad. Una
prenda bien calentita para los crudos inviernos
madrileños.
Detalle, aquí.
Siguiendo con las compañeras/amigas, dos de ellas
tuvieron bebés, así que me puse a las agujas. Un pelele para Diego (que se iba a llamar Santi) y una
chaqueta para Claudia, ambas cosas a petición de las madres.
Detalles aquí.
Detalles aquí.
Seguimos con las compañeras/amigas, hice unas
bolsas de tela para una de ellas que viaja mucho y pensé que le irían
bien para organizar su equipaje.
Y ya la última compañera/amiga, la más reciente, que siempre está helada. Le hice unos mitones para que teclee calentita.
Detalles aquí.
Mismo modelo, pero un poco más grandes, le hice otros a mi fisio bonita.
Detalles aquí.
Cuando aprendí a hacer calcetines, le propuse a mi
santo si quería que le hiciera unos y me dijo que no. Y yo le obedecí.
Hasta que este verano pasado me dije: “yo le voy a hacer unos y a ver si
le gustan”, y, oye, está encantado. Tanto
que me pidió unos segundos. Aquí os los enseño:
Y los dos proyectos más grandes de esta temporada. Un jersey que me gustó hacerlo y me gusta llevarlo.
Detalles aquí.
Y mi chaqueta lujosa. Porque está hecha con una
lana que adoro, gracias a una amiga que me subvencionó dos de las tres
madejas (aquí os lo explicaba) y porque utilicé las agujas Signature que
decidí regalarme aprovechando que venía de visita
una amiga de Estados Unidos y me las trajo en mano, para no
arriesgarme a aduanas. Fue como tejer con mantequilla. Además, la
construcción de este patrón es de lo más bonito.
Detalles aquí.
Y eso es todo. Espero no columpiarme tanto antes de la próxima entrada.
1 comentario:
Todo es muy bonito pero el jersey es mi favorito!!!!
Ahora mismo voy a cotillearlo en Ravelry.
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