sábado, 26 de septiembre de 2015

Casa de muñecas ( y no de Ibsen)

Hace ya un tiempo que hice una casa de muñecas, de estilo más o menos clásico. Una vez acabada, se la regalé a una niña que seguro que la disfrutó. Mi fase de disfrute finalizó cuando la casa estuvo acabada. Os lo explicaba aquí. Poco después, cuando, por estas mismas épocas del año, que es lo que toca, empezó una colección en fascículos de otra casa de muñecas, esta vez de estilo mediterráneo, me animé a ir comprándolos. Imagino que para los auténticos profesionales de este campo esto de las casas hechas con lo que te van dando con los fascículos es anatema, pero yo me muevo bien en todo lo que sea susceptible de ser considerado anatema ( y más en estos últimos tiempos tan raritos). El caso es que los fascículos y los materiales se iban amontonando en casa, de vez en cuando hacía alguna cosa, pero muy lentamente. A principio de este verano tenía la estructura hecha, digamos que la casa estaba "sacada de aguas" y con las paredes y suelos más o menos en condiciones. La saqué de su escondite donde dormía tranquilamente y me puse a hacer y hacer, con el convencimiento de que le iba a dar un buen empujón pero no la iba a acabar de ninguna de las maneras en este jalón. Pero sí, la acabé, con la ayuda de mi santo que se puso a pegar tejas, una a una, conmigo. Lo de acabar es un decir, porque siempre quedan cosas por hacer, como en las casas de verdad. No sé exactamente cuándo la empecé pero en febrero de 2010 ya os hablaba del proceso. Y ahora llega el reportaje gráfico.
Algunas fotos del making off de estos últimos días:



La vista exterior de la casa. De frente:
 Y de lado:
 Y vamos a descubrir el interior:




Los dormitorios:


El baño:
La cocina:
El salón:


El porche en el lateral:




Lo más laborioso, algunos suelos y los tejados, loseta a loseta y teja a teja... ratos largos de trabajo repetitivo que me resultaba como un ejercicio de letanía.


Hay muchos fallos, pero en general, estoy satisfecha. Ahora voy a disfrutar de su contemplación durante un tiempo, hasta que aparezca un niño o niña a quien se me antoje regalársela.