viernes, 1 de mayo de 2020

El año del confinamiento. I.

El año del confinamiento. Así lo recordaremos. Confieso que cuando se empezaba a barajar la posibilidad de que ésto ocurriera, me frotaba las manos augurando interminables y agradables horas de productividad creativa. En mi ingenuidad. En mi defensa, debo decir que nunca había pasado por nada parecido y mis previsiones no tenían referentes. Sin salir de casa he estado algunas veces por motivos de salud propia, pero esto no tiene nada que ver. La parte de quedarme en casa no es en absoluto traumática para mí; sí que lo es la extraña vida que hay más allá de la puerta de la calle, las condiciones del trabajo, ahora teletrabajo, la asimétrica relación con el ejercicio físico. Y soy consciente de mi fortuna: sigo trabajando, puedo continuar con mis terapias físicas online, nadie de mi entorno más próximo está enfermo. Sólo sufro de molestias, no me voy a quejar.
Volviendo a la productividad, tampoco es para tanto. Porque tengo la cabeza no sé dónde y meto la pata hasta la cruz del calzón en numerosas ocasiones, así que paso más tiempo desfaciendo entuertos que avanzando en mis proyectos.
Os voy a enseñar primero las cosas que tenía hechas desde antes del confinamiento.

Mi chaqueta Magnolia. El modelo me gustaba mucho, pero cuando la acabé, no estaba tan convencida de mi resultado. Conforme ha ido pasando el tiempo y la iba usando, he aprendido a quererla. Lo mismo me sirve con pantalón, que con falda, que con vestido. Calienta pero no agobia. me la pongo mogollón.
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Con la lana que me sobró, hice un gorro para mi fisio bonita. creo que le gustó.
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Para Navidad y con lanas acrílicas hice este calcetín decorativo.
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Mi primera aventura con brioche. No había hecho nada con esta técnica porque estéticamente no me llama mucho la atención. En general, porque hay cosas preciosas. Me enamoré de un modelo en cuanto lo vi y me lo hice. Brioche en plano y en circular. Visto. sigue sin llamarme la atención.
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Con un resto de seda tejí esta puntilla que usaré para temas familiares.
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La hija de mi compañera de trabajo se doctoró en Biomedicina, sus cosas con ratitas y moscas y células que no entendemos, pero ella lo sacó Cum laude, oigan. Así que le hice una ratita de laboratorio.


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Cuando María Jesus (@silencioestoycontando) enseñó el chal que le había tejido a Jaime (@jonboyny) me entró esa necesidad de tejerlo. Sé que tengo millones de chales, pero no pasa nada por tener más. Me encantan y los uso.

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Este cárdigan también me enamoró. Me ha encantado tejerlo. Se me hizo un pelín largo, ya que está hecho con lana fina y además me pilló el confinamiento por medio. Pero conseguí acabarlo y además aprendí nuevas técnicas. Para estrenarlo tendré que esperar a la temporada siguiente.

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Y ahora ya, los proyectos empezados y acabados durante el confinamiento.
Mi homenaje a mi doctora de familia, que es más maja que todas las cosas. A ver cuándo se lo puedo dar.
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Otro bolso más, siguiendo mi tradición de un bolso al año. También de tela de colchón. Enorme, veremos cuándo lo puedo sacar a la calle.
Y cómo no, mascarillas. Éstas, más coloridas, son para mí. Para mi santo hice unas cuantas en blanco y otras en negro.
Y en marcha tengo un jersey y una chaqueta. Pero eso será material de otro post.
A cuidarse mucho todo el mundo.