lunes, 25 de diciembre de 2017

Final de 2017

Esto no puede ser. No puede volver a ocurrir. Desde el 2 de Junio que no cuelgo nada. Que si el verano, que si el otoño, que cuanto más lo dejas más cuesta luego volver… el caso es que se me han acumulado unos cuantos proyectos. Me gustaría volver a coger el hábito de escribir regularmente, valga la redundancia, pero me he vuelto vaga. Casi no abro el ordenador, todo lo resuelvo con el móvil en la mayoría de los casos o, a lo sumo, con la tableta. Y en esos dispositivos no se puede escribir, la verdad. Y además tampoco estoy al día de los blogs que he seguido durante años. Me  he pasado a la inmediatez de Instagram y últimamente, ni eso. Se me pasan los días sin poder echar un vistazo a los feeds, pero no me preocupa, menos con la amenaza de la liberalización de Internet que ya ha despegado en Estados Unidos.
En todo este tiempo han pasado muchas cosas: además de la alegría de la cotidianeidad, que no apreciamos en su real valor, he hecho un viajecito pequeño pero encantador y uno grande mayestático, por mucho tiempo esperado y deseado. Las experiencias de éste último las atesoro como uno de los botines más importantes de mi vida. También ha habido momentos terribles, muy difíciles, que espero no vuelvan a repetirse. Aunque las cicatrices quedan y nunca se van a ir. Yo soy la primera interesada en no olvidar. Y mucho menos, en perdonar.
Si no me he descontado, tengo trece proyectos para enseñar. Trece. TRECE. Madre mía. Vamos a la enumeración y descripción:

Desde hacía mucho tiempo tenía ganas de tejer este chal porque siempre me ha parecido muy original y muy bonito. Me tenía el corazón robado. Pero cuando hice el mío, no me gustó nada. Tanto que no lo he estrenado todavía.


Detalles, aquí.

Hace muuucho tiempo me hice una falda con una tela muy bonita pero que no me iba bien, así que decidí arreglarla.



También me hice esta otra falda muy sencilla y muy playera.


Este cuello lo hice para una compañera/amiga por su cumpleaños, que fue en octubre; el caso es que de la noche a la mañana tuvo cambios en su vida y no se lo pude dar hasta casi Navidad. Una prenda bien calentita para los crudos inviernos madrileños.


Detalle, aquí.

Siguiendo con las compañeras/amigas, dos de ellas tuvieron bebés, así que me puse a las agujas. Un pelele para Diego (que se iba a llamar Santi) y una chaqueta para Claudia, ambas cosas a petición de las madres.


Detalles aquí.



Detalles aquí.

Seguimos con las compañeras/amigas, hice unas bolsas de tela para una de ellas que viaja mucho y pensé que le irían bien para organizar su equipaje.



Y ya la última compañera/amiga, la más reciente, que siempre está helada. Le hice unos mitones para que teclee calentita.



Detalles aquí.

Mismo modelo, pero un poco más grandes, le hice otros a mi fisio bonita.


Detalles aquí.

Cuando aprendí a hacer calcetines, le propuse a mi santo si quería que le hiciera unos y me dijo que no. Y yo le obedecí. Hasta que este verano pasado me dije: “yo le voy a hacer unos y a ver si le gustan”, y, oye, está encantado. Tanto que me pidió  unos segundos. Aquí os los enseño:


Detalles aquí y aquí.

Y los dos proyectos más grandes de esta temporada. Un jersey que me gustó hacerlo y me gusta llevarlo. 





Detalles aquí.

Y mi chaqueta lujosa. Porque está hecha con una lana que adoro, gracias a una amiga que me subvencionó dos de las tres madejas (aquí os lo explicaba) y porque utilicé las agujas Signature que decidí regalarme aprovechando que venía de visita una amiga de Estados Unidos y me las trajo en mano, para no arriesgarme a aduanas. Fue como tejer con mantequilla. Además, la construcción de este patrón es de lo más bonito.


Detalles aquí.

Y eso es todo. Espero no columpiarme tanto antes de la próxima entrada.

1 comentario:

Cabdellant dijo...

Todo es muy bonito pero el jersey es mi favorito!!!!
Ahora mismo voy a cotillearlo en Ravelry.