Cada Navidad, el grupo de Teixicòmanes organiza un intercambio. Este año consistía en regalar bien un cuello, bien un chal, a petición del receptor, más algún detallito. Todo ello de forma anónima.
La persona que se encargó de organizarlo fue Alba. A pesar de que es una mujer enormemente capaz de salir adelante con todo lo que se le ponga por delante, sabemos todos que la organización de todo este sarao le ha supuesto un montón de horas, de paciencia, de mano izquierda y de trabajo. Nunca se lo podremos agradecer lo suficiente. (Luego se extraña de que le vayan lloviendo regalitos, ya veis que, encima, es modesta.)
Empezaré por explicaros lo más liviano, y luego iremos in crescendo hasta llegar a la mascletà.
A mí me tocó sorprender a Cristina. Lo cierto es que una de las cosas que más molan (al menos a mí) de los intercambios es pensar y pensar qué le puede gustar a tu sorprendido/a. Buscar y rebuscar patrones, lanas, regalos... Le compré una caja de galletas inglesas que, en honor a la verdad, ni miré cómo eran. Lo que interesaba era la lata.
Y envuelta:
Seguimos con las ovejas. Una en lo alto de una pastilla de jabón:
Una bolsita de tela de Tilda para guardar la labor. Hecha por mí.
Preparé este trozo de tela con su dobladillo para envolverlo todo:
Cristina quería un cuello y le hice éste, de cable, con una lana dulcísima. Detalles, aquí.
Le añadí unas gominolas, una carta, lo puse todo dentro del trapo de vichy rojo y lo cerré con pincitas de la ropa
Espero que Cristina lo disfrute todo mucho.
Y a mí me sorprendió Alba. Sospeché que fuera ella pero enseguida me lo quité de la cabeza mientras me regañaba a mí misma "Deja el el whishful thinking, que no vas a tener esa suerte". Pero sí que fue. No me tocó la lotería de los niños de San Ildefonso, pero me tocó la de la niña de Torrelles. Ahora os enseño.
Todo venía en esta lata navideña (qué locura, las latas):
Además de un patrón, me regaló esta vela artesana, hecha por su tía en una paradisíaca playa gaditana con arena y conchas que ella encuentra. ¡Con lo que me gustan las velas a mí!
Y un chal de saltársele a una las lágrimas. Seda de Greta and the fibers en un precioso color morado, nazareno, único e irrepetible, como ella dice en la etiqueta, trabajada en un patrón de encaje de Estonia que una servidora no se ve todavía capaz de afrontar. (Los nupps todavía no han sido abordados por mí. Tengo que ponerme a ello)
Me encanta esta foto: un mar de puntos y yarn overs mientras en el horizonte se refleja el sol...
Buaaaaaaaaaaaaa, qué ilusión. Siempre digo que semos munchas y munchos los que tejemos aceptablemente bien, pero, poniéndome a lo Machado (Antonio en este caso), "Entre los tejedores míos, Alba tiene un altar" Muchísimas gracias, Alba, no sabes cómo me toca el corazón que además del trabajo de organización, te hayas pegado el curraco de tejerme esta maravilla. Vales un potosí.